martes, 29 de enero de 2013

Para atrás, de cuando en cuando


Se dice -me dicen- que mirar atrás ni para coger impulso. 

No dudo de que funcione, fundamentalmente para huir del tópico cualquier tiempo pasado fue mejor. Como en todo lo que concierne al ser humano, hay que tener cuidado con esa vena latina que nos lleva a los términos absolutos. Si no, que se lo pregunten a los que acuden a los comedores sociales y que hace apenas dos, tres años no tenían la necesidad de mendigar.  O a los abuelos que acogen hijos... nietos parados que no tienen dónde dormir.  Claro que aquí también habría que precisar que los ancianos envejecen como han vivido... Y hay vidas centrífugas o centrípetas, que forjan declives amargos o amables, rancios o dadivosos. 

El domingo asistí a un "espectáculo" del que todavía no he aterrizado. He llegado a pensar que si no aterrizo , mejor que mejor. Un grupo numeroso de personas adultas pidiendo a Dios su sanación con fe de niños de Primera Comunión. Chorros de plegarias. No estoy acostumbrada a este tipo de manifestaciones. Me provocan rubor ajeno, sensación de estar de más; me faltan sobretodos para cubrirme y pasar desapercibida. Supongo que una trayectoria muy concreta en la que asumes inputs de un mismo tono, volumen, timbre... durante muchos años tapan otros caminos, aquellos de los que se dice que también llevan a Roma. 

Así que sí. A veces para atrás, recuperando actitudes libres de prejucios. En tiempos de globalización y de ecumenismo, manos abiertas como las de los niños, con el tamaño justo para coger sin estropear... como las de los niños. Que corra el aire...

sábado, 26 de enero de 2013

La casa del pueblo



Fotografía: Robert Doisneau
El "Rubio" y Carmen, la "cojita", nos tenían embelesados con sus relatos. Con diez, once años y todo un mundo por descubrir, resultaba emocionante y casi envidiable que unos críos de nuestra edad hubieran nacido en una cueva."Vivíamos mejor que vosotros", decían señalando la casa de mi abuela. 

Eran veranos simples y apretados de bicis y excursiones. Un grupo heterogéneo que todavía no era consciente de sus diferencias: los hijos de los ricos del pueblo que vivían de la construcción; los recién llegados de Guadix y su  orgullo de raza ; los de "can..." y "can ... y "can..."...; los nietos de María que vivíamos en la ciudad. 

Nosotros no salíamos hasta que terminábamos los deberes; era sagrado. Recuerdo aquellos cuadernillos "Rubio" que nos compraba mi padre y revisaba personalmente. Le dedicábamos un tiempo "necesario" según mis padres y excesivo  para la pandilla que nos esperaba impaciente con las bicicletas. Carmen "la cojita" me humillaba con la mirada, creo que sin intención... ¡Deberes...! Yo la admiraba... Era espontánea, dicharachera; decía una barbaridad y se quedaba tan ancha. Con un solo gesto de ella o del "Rubio" enrojecía... Cuando ellos entraban en la casa guardaban la compostura, como si mis padres ejercieran un influjo sobre el aire que se respiraba... O quizá era el orden que emanaba de mi madre y se depositaba en lo material, lo humano y lo divino. 

Ahora sé que no éramos iguales... Nuestras trayectorias vitales empezaron a distanciarse en la adolescencia. Ahora no sé dónde anda nadie. Personas importantes en mi infancia se han quedado en un pozo cerrado de eslabones perdidos. Probablemente el pueblo habrá mudado... enterrado a muchos de sus habitantes, renovado a los dueños de sus casas por el flujo de los pueblos vecinos... La mía -la de mi abuela- ya no existe... desde que ella dejó de estar. Rememorando lo que fui despejo incógnitas de lo que soy... 

"Vivir es ver volver"

miércoles, 23 de enero de 2013

Dar el cante

¿Lo normal es lo común? ¿El tanto por ciento es un parámetro fiable? Dar el cante, dar la nota, desentonar... ir por libre. ¿Es de locos pretender montar una orquesta para cuatro gatos que desafinan? 

martes, 22 de enero de 2013

Crecidas y afluentes

Antes de iniciar las tareas me siento un rato frente al ordenador. En principio, el día no depara nada nuevo. El trabajo del hogar tiene eso. El dolor de cabeza matinal que se espanta con un café cargado y la actividad. El silencio aparente de la casa con ecos de quejas, alguna buena noticia, sumas y restas de resultados académicos... en los rincones más concurridos. Ayer era ayer. Seguramente hoy la cantinela será distinta. De momento y hasta la hora de comer hay tregua.

Es difícil hacerse mayor siempre, desde cualquier punto del cauce. Con las crecidas los estiramientos tensan los músculos; los calambres duelen. De vuelta  las aguas tiemblan, se arremolinan hasta que encuentran un atajo para discurrir con otro ritmo en un afluente. De una forma u otra, aunque no se presienta, el mar ... la desembocadura... no se mueve del mapa. 

lunes, 21 de enero de 2013

Algo que decir

Parece que haya dormido siglos y apenas ha durado un año desde que decidí cerrar pensar de oficio. Las circunstancias cambian y uno cree que debe cambiar también. Pero en esencia seguimos siendo los mismos... más torpes en algunos aspectos, más serenos ante determinadas circunstancias. Hay necesidades que no se esfuman aunque quieras ahogarlas.

Nadie me ha robado las palabras... Creo que puedo seguir escribiendo.  Quizá basta con rebajar las expectativas, dedicar un poco de tiempo... Siempre hay algo que decir; la cuestión es encontrar cómo.