A menudo nos topamos con píldoras de felicidad más o menos acertadas. Suenan bien, están decoradas con cierta armonía, pero no sirven.
Algunas me empachan por exceso de azúcar;
otras me echan para atrás por el abuso del imperativo -"sé..."," vive...","haz...", "siente "- y bastante ya he acatado sin chistar órdenes innecesarias, que obligados ni al cielo...;
muchas no me encajan... porque no soy budista ni panteísta... ni espero identificarme con energías abstractas... porque creo en un Dios personal con el que puedo hablar de tú a tú y llamarle Padre.
Supongo que todos tenemos épocas monotemáticas, temporadas que escribimos las mismas palabras con caligrafía puntiaguda y trazos definidos. Son momentos de búsqueda. Las respuestas se han quedado cortas o excesivamente simplonas; no son capaces de desentrañar los misterios del territorio virgen recién descubierto.
Y, de vez en cuando, doy gracias por encontrar pequeños tesoros; explicaciones sencillas que regalan sosiego y un punto de energía necesaria para seguir adelante.
"Nacimos para ser Felices, no para ser Perfectos… El amanecer es la parte más bonita del día porque es cuando Dios te dice:¡ levántate! Te regalo otra oportunidad de vivir y comenzar nuevamente de mi mano.
Los días buenos te dan FELICIDAD, los días malos te dan EXPERIENCIA, los intentos te mantienen FUERTE, las pruebas te mantienen HUMANO, las caídas te mantienen HUMILDE, pero solo DIOS te mantiene de pie."
San Juan Pablo II