Hace poco, alguien me preguntó: "Sin pensártelo demasiado, di qué asuntos te revientan, por qué a veces pillas estos enfados "apocalípticos". "Toco madera" y contesto sin olvidar que soy capaz de caer en lo mismo que abomino...
La superficialidad y el derroche, a partes iguales y combinado... Será por los tiempos que corren. Pero ahora mismo me escandaliza... lo veo como un mofa despiadada ante la hambruna y la miseria de muchos. No hay que correr demasiados kilómetros para toparte con pobres vergonzantes que les falta un suspiro para tener que abandonar su hogar, que deben alimentarse en comedores sociales... que les faltan los mínimos. Esos derroches... ¡Cuántas familias podrían mantenerse durante un tiempo largo con el dispendio de una fiestuki ... !¿Se puede? Pues doy. Es difícil entender cómo es posible dormir a pierna suelta, con barrigas llenas de viandas exóticas y alcohol hasta las cejas de Vegas Sicilia y Champagne francés...sin mala conciencia.
"Más cosas... Seguro que hay más.."
La pretendida y asumida superioridad moral, esa altivez del que cree que debe "adoctrinarte". Porque sí. Porque, como dice una buena amiga, está sentado ya -en esta vida, en carne mortal- a la derecha de Dios Padre. Personas de juicio rápido y atolondrado, que creen que una sola mirada y de reojo basta para haber buceado por el océano del alma de sus paisanos. A veces no vale la pena pararse un instante a escuchar sus veredictos, por poco atinados. Pero a veces, algunas veces... la punta de la lengua es afilada y hacen daño. ¿Quién se cree un quién autorizado para señalar quién debes ser, en quién debes confiar, a quién debes seguir, qué debes opinar, qué debes decir?
A menudo me paro a observar... Me fijo en los ninguneados, mal vistos, poco reconocidos, "estúpidos del mundo" (según el mundo) que saben mejor que nadie qué vale un peine y cómo hay que peinarse. Sus respuestas ante las grandes incógnitas son sencillas; es el resultado de haberse codeado con los mil avatares de la vida. No obstante, no se atreverían a sentarse ni siquiera a la derecha de un pordiosero.
"La caridad sin la verdad sería ciega; la verdad sin la caridad
sería como «címbalo que retiñe» (1 Co 13, 1)»