Desde la noche de san
Juan hasta el inicio de la vendimia el sol se quedaba más ratos al principio; a mediados de agosto se retiraba antes; en septiembre, cuando preparábamos la
marcha, las cenas en el jardín eran de luna. De días que
multiplicaban sus horas a la sensación de tener poco tiempo cuando más se había
afianzado el verano.
El recuerdo más vivo
se lo debo a julio, a las veladas en la plaza bajo la vigilancia de los vecinos
que tomaban el fresco. Parecían espías camuflados detrás de los balcones
cubiertos por persianas verdes. Los atardeceres con luz permitían coger las bicis
después de cenar y dar una vuelta por el pueblo. Solíamos escalar las tapias en
las que asomaban las higueras. Pensaba entonces que no pasaba nada; mi padre
contaba muchas veces que en la guerra robaba melones. Pero por esas épocas
todavía no me habían explicado aquello del hurto famélico.
Parada casi siempre
frente a la iglesia, donde el pozo. "La canalleta!" (los chiquillos)… decían los
mayores, sentados en sus sillas de enea apurando la brisa hasta la hora de
dormir. "Canalla"… unos más que otros. Niños y aprendices de chicos con pelusa
en el bigote… niñas muy niñas y algunas muy mujeres. Y fue donde el pozo. Yo
una niña-niña. Empezaba a oscurecer y algunas bicis se deslizaban por la pendiente
que muere en la placita; cada mochuelo a su olivo. Unos minutos de retraso
entre que voy y no voy… Y vi.
Ella dejó de ser ella,
su nombre lo pronunciaría desde entonces con una extrañeza desconocida que yo
tampoco alcanzaba a comprender. Cuando hablaba, sus labios se movían al antojo
de otros labios. Nuestras “tonterías” dejaron de interesarle. Tan pronto… Quizá
el espejismo de un amor temprano le robó la infancia. O le contaron que
amar era barato, que no precisaba tiempo para ahorrar emociones, proyectos…
Fue un verano en el
pueblo, donde el pozo. Bajé la pendiente sin notar el suelo rudo y empedrado,
con un alboroto de sentimientos todavía sin filtrar. Después le puse nombre a
los acelerones del pulso. Y se instaló por primera vez y definitivamente en el alma la inquietud del amor…
8 comentarios:
Hola, te quería enseñar
…
E S T E _ V I D E O
…
Jajaja, currado el vídeo, ¿eh Tomae?
¡Sunsi, menuda alegría encontrarte por aquí otra vez! Y además he visto que no hace mucho que has vuelto, así que puedo ponerme al día. Espero seguir leyéndote muuuuuuuucho tiempo. Besos.
En-ca-ta-do-ra felicitación. Fraternal y alegórica, hedbano. Con La garrrta siempre en nuestras vidas. No tienes remedio, Tomae;-)))
A este tarracofermo no se le escapa ni un detalle...Es la alegría de la fiesta.
Estoy otra vez, Sara. Piano, piano. Sin grandes pretensiones mas que ir escribiendo un poco de todo. Gracias por venir. Un beso, Sara M.
Es curioso, las cosas que nos quedan grabadas en la memoria.
La pérdida de la inocencia, el descubrimiento de un mundo nuevo, distinto; o, tal vez; la nostalgia y la añoranza de un pasado que ahora nos parece más fácil.
Claro que no siempre todo tiempo pasad fue mejor y conviene al alma dormida recordar, con el seso avivado y despierto.
Gracias por decirme dónde estabas.
Bueno, pues nada. A partir de ahora -si me dejas- te seguiré desde aquí.
Es curioso, pero a mí, que no me gusta la poesía (o eso creo yo) esta canción me encanta desde bien pequeño.
Hola, anónimo. Es curioso, sí. A veces los buenos o malos recuerdos son más desvaídos que los hechos que me desconcertaron o que instintivamente me producían rechazo.
Dices que la infancia parece más fácil. Bueno...según en qué episodios. Me viene a la memoria lo que me inquietaba y todavía no le ponía nombre ni sabía razonarlo. Ahora mismo me dicen que tengo la posibilidad de retrasar el crono y ni loca, vamos. Un saludo.
Faltaría, Pater. Gracias por entrar y querer seguir esta ventana nueva. No sé si podrá ser tan prolífica como cuando empecé pensar de oficio, pero por lo menos no me desconecto de la escritura ni de todos vosotros.
"Se equivocó la paloma..." De un poeta andaluz, de tu tierra. Suerte tenemos de no ser palomas y poder retomar el vuelo:) Un saludo, Pater. Gracias...
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