Leía estos días sobre un tema que me llama poderosamente la atención. Qué asunto es ese de los Millenials, la generación "Y", que llegó inmediatamente después de la mía- dato importante- a la que se denomina "X".
Parece ser que la componen los nacidos en la franja que va desde el año 1984 hasta el 1995, aproximadamente. Me pilla de lleno. Un motivo más para intentar desentrañar el porqué de sus bondades - muy pocas- y la lista larguísima de, llamémosle, "pegas".
La enumeración de características se encuentra buscando el término. Lo importante es averiguar qué hay detrás de premisas vitales como las que siguen:
lo de ayer -lo que tengo, lo que sé, lo que me emociona, ¿lo que amo?- hoy ya no me sirve;
lo que no me "sirve", lo aparco... ¡o lo tiro!;
si no es ahora, ya no me interesa;
si no me animas, no continúo;
si me esfuerzo, quiero un pronto resultado;
si yerro, probablemente existe un culpable.
La lista sería interminable y cansina. E infructuosa. Porque, al final, faltaría destapar lo que sucedió antes. O lo que no sucedió. Y quién andaba detrás. La respuesta es obvia. Detrás de "Y" estaba "X". Vamos a ser honestos. Los niños "Y" tienen papás"X".
Yo soy mamá "X". Probablemente ahora quisiera que su sentido de la caducidad fuera como el mío, que supieran los años que cuesta alcanzar una meta valiosa. Ahora. Pero es sabido que los efectos tienen causas. Para saber qué tiene valor hoy hay que haber experimentado desde la infancia la ilusión por conquistar, la caminata y la fatiga previa a la conquista y la satisfacción -no remunerada- de haber conquistado. Por este orden y en todos los órdenes de nuestra vida. Lo que somos ahora se empieza a escribir desde el primer día. Empezando por el garabato incipiente hasta la cursiva que entrecomillamos y firmamos. Mucho tienen que ver en esto los padres "X", afortunada o desgraciadamente según corresponda.
Quedan temas por abordar en otros posts. La educación en valores, una utopía si no va acompañada de la educación del carácter. El esfuerzo, tan temido como irrenunciable. Y la austeridad, variable fundamental para que no se nos congelen las aspiraciones cuando soplen rachas de viento siberiano. Espero que no se me congelen a mí las ideas antes de plasmarlas.
3 comentarios:
Todos somos un poco Millenials, Sunsi, y tiramos enseguida la toalla. Eso sí: se ven caso sangrantes entre los más jóvenes por la superprotección de los padres, por no haberles puesto límites desde niños y por evitarles a toda costa la frustración. Ahora, al toparse con ella, no saben cómo hacerle frente. En eso los americanos nos llevan muuucha ventaja. Desde niños saben que tienen que luchar y obtener unas determinadas notas para acceder a la Universidad. Nadie les va a regalar nada que ellos previamente no se hayan procurado. Y el trabajo para ellos, lejos de ser una inevitable maldición, es una bendición. El sistema educativo español, al margen de la educación en familia, tampoco premia el esfuerzo. Luego, claro, los americanos tienen otras cosas que no son tan envidiables. Nada es perfecto.
Perdona el retraso, querida Zambu. Pensaba que no tenía ningún comentario y me encuentro con tu análisis atinado y certero. Te lo agradezco de veras.
Vamos a ver qué tal les va a partir de ahora a los americanos con este nuevo inquilino en la Casa Blanca;) Este gran país abierto a las oportunidades para todo el que tenga valía y arrojo... No sé... Igual es que desde la vieja Europa lo vemos torcido. El tiempo hablará y podremos juzgar. Un beso enorme...
Gracias, mi querida fuguilla. Me resisto a dejarlo, pero no estoy demasiado fluida. Lo voy a intentar de nuevo. Aunque sea un poco a trompicones. Me viene bien poner por escrito esos asuntos que, a veces, me traen de cabeza. A abandonar siempre estamos a tiempo. Beso grande desde Tarraco hasta el Sur, Luisilla:)))
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