lunes, 30 de junio de 2014

Forja...



Un vistazo al ordenador. "Madre..." Así me nombra cuando lo que me quiere decir es tan importante que le da apuro que se note. "Madre... que ya he acabado".  Nos fundimos en un abrazo largo y apretado. Lloré, claro. Soy una llorona. Y en el abrazo largo me sucedió aquello que dicen que sucede cuando la vida recorre tu memoria en unos instantes, como una ráfaga. Un muñeco de ojos verdes que dormía de día y berreaba de noche. "Dale biberón, que apenas tienes leche". Bondad de niño, bondad en la pubertad... siempre un "exceso" de bondad. Que si es zurdo, que si es diestro" "Será inseguro... es un zurdo contrariado" Vaya por Dios. Algunos son especialistas en dar ánimos.  "¿Sabes, madre? Cuando era pequeño pensaba que... creía que.... imaginaba..." Todo un mundo alojado en una cabeza menuda y tierna... sufridora también en exceso.



"Temprano madrugó la madrugada..." (Miguel Hernández)

La forja de un joven que desconoce la despreocupación desde que era un crío. Esas pequeñas dosis de frivolidad que son la coma, el punto y coma, la exclamación o el entrecomillado. 

"Madre... que he terminado de verdad". Apenas un suspiro y vuelta al discontinuo de verano, desde los 16 años. Y la oposición. Poco ruido y muchas nueces. Y yo, por discreción que he aprendido de este ciudadano, pongo aquí el punto y final de un post que sigo redactando en y desde la intimidad del corazón.

lunes, 23 de junio de 2014

Tengo poderes.


Sin duda alguna. Y además, heredados. No es que dudara de los paternos, pero me sonreía con cierto escepticismo. En la adolescencia y primera juventud piensas que ya has alcanzado el suficiente criterio como para colocarte a la misma altura que tus progenitores. Qué ingenuidad... 

"Ahora ya sé,
dónde te escondes tú.
Ahora ya sé
en dónde habitas tú" (Mari Trini. Una estrella en mi jardín)


Nunca me he parado a pensar qué musculatura del pensamiento se desarrolla más de la cuenta ni qué ejercicios debería practicar para potenciarla. Creo que no quiero saberlo. Porque igual es solo intuición.   

A lo que iba. La cuestión es que que recuerdo que tengo que llamar a... y suena el teléfono. Pensaba en ti justo ahora.  Y ahora es AHORA.  Hay más asuntos en los que la mente va mucho más allá de lo que hoy se denomina empatía. Detecto las filias y las fobias como sombras visibles, perfectamente delimitadas, por poner un ejemplo gráfico. Y me pregunto si hay alguien que comparte esta misma experiencia. 

Si fuera Luisa, la fuguilla del Sur, acabaría el post así. La pregunta es: ¿alguno de vosotros tenéis poderes?