El último de Coca-Cola. Esta vez se me eriza el vello. Es el recuerdo de los Benditos bares de entonces. Con nombre propio. Los bares de entonces donde las historias personales se quedan en silencio y la memoria quiere rescatar.
El del café solo -"solísimo, por favor"- de Escuelas Pías. Los alumnos apretados, haciéndonos un hueco entre cabezas y codos, para llegar a la barra y despejar la semivela de las horas espesas de las clases de COU. Un chute rápido, de apenas diez minutos, con ida y vuelta a la carrera... El COU del FERT. Nunca he estudiado tanto en tan poco tiempo.
El tugurio del bareto de Letras de Plaza Universidad. Momentos de utopía y libertad con muchas siglas de la recién estrenada democracia. Momentos míticos aupados por el humo de cigarrillos de barra y de mesas-veladores en las que apenas cabían cuatro tazas de café. Aprovisionados de carpetas resistentes para cubrir las sillas con rejillas desconchadas por el paso del tiempo. Momentos en los que fragüé ilusiones de un futuro en la Gramática Generativa y un destino a caballo entre un boli y una libreta de bolsillo miquelrius. Esperanzas, ideales... que no se han materializado. Los debates del bar de Letras subidos en la nube de nicotina. Despegados de la realidad. Soñar es gratis y entonces nadie nos lo impedía. Luego a los sueños los parte un rayo; se quedan en poso sosegado. Y se albergan en el recuerdo de quien sabe cuánto acogió un corazón joven ... y alguna vez se rompió de tanto ir el cántaro a la fuente. Que me quiten lo bailao...
Cien canciones y mil "te quiero"... "Juntos"... "Café para dos, fumando un cigarrillo a medias" porque no daba para más. El bar L'Etoile de los incios, de las primeras citas, en las que el Te Amo era enamoramiento taquicárdico todavía. Bar de mesa sin apenas nada. En el L'Etoile una pareja joven y sin recursos no casaba con los clientes propios de una zona acomodada de la ciudad condal. Ni casaba ni consumía como ellos. Duramos un año; se nos invitó a encontrar otro refugio. Un "café para dos"... degustado con estudiada parsimonia... y demasiadas servilletas emborronadas, firmadas y rubricadas...
El Trull de Estanislao Figueras. Ya no existe. Cervezas heladas para la temporada de verano con calor sofocante y muchas... muchísimas horas de clase... Un bar de barman. Las copas preparadas, recién sacadas del congelador, cuando entrábamos los profes de la Academia. Ronda gentileza del Sr. Director;-) Camaradería y anécdotas surrealistas de unas clases en las que debíamos comprimir todo un curso en dos meses. Bar de barra, barra. De pie quien resistía el cansancio.
Cualquier bar de estación; el mismo escenario para dos instantáneas opuestas... aguantando el tipo en las despedidas y el brindis con cerveza de la vuelta. Declaraciones renovadas...
Y el chiringuito de La Larga. Uno especial regentado por una familia especialista en platos típicos de pie de playa. Las cenas de ensalada, tortilla y sardinas con amigos de siempre... esperando la brisa de noche.
Y tantos otros a los que me ha llevado la amistad.
Si "Vivir es ver volver"... hoy recuerdo con "morriña" -que no es melancolía- "esos lugares donde podemos vernos, tocarnos, estar juntos". Mucho de lo que me importa ha empezado, transcurrido o se ha suavizado en algún "bendito bar".
Fotografía PERFECTA para amenizar el post. Gentileza del tarracofermo Tomae, que está en semi "pause". Muchas gracias, broder.