miércoles, 27 de febrero de 2013

Ropitas para Marta


Nos nace a finales de mayo una sobrina, la primera hija de mi hermano pequeño. Digo "nos" porque del último bebé hace ya 14 años y la futura Marta es esperada por todos. En cada fiesta familiar alguien recuerda que en la siguiente sumamos uno más. 

Hoy he sacado de un altillo ropa de bebé, de mis bebés... Esto sirve, esto no, esto le vendrá grande, esto le irá ni que pintado. Estoy separando para regenerarlo; creo que quedará como nuevo. Inevitable el recuerdo de cuando era nuevo. Las mantas, los arrullos, las camisetitas de batista... las estrenó el primogénito... Ahora mismo, mientras lo escribo y está rondando por casa, me parece un milagro que un chavalote de casi 25 años y con semejante tamaño haya podido algún día ser tan pequeño y caber entre mis brazos. Moreno, de ojos oscuros, movido y tragón. Retengo regular todo lo que entra por la vista. Sin embargo, puedo recordar un  olor durante mucho tiempo. La ternura es lo más parecido a mis recién nacidos con aroma a limpio, a recién bañados, a Mustela y a Nenuco de botella de cristal. 

La mesa del comedor parece un tenderete... Elijo cada prenda con cuidado. La manta-saco de la pequeña alpinista que saltaba de la cuna; el buzo azul acolchado que no dejaba ver la carita del segundón; el abrigo rosa de la tecnitas, tan coqueta ella ya desde chiquitina; los gorros con borla del mayor para protegerle de sus frecuentes otitis...  Inevitable -no quiero evitarlo- que asomen sus rostros menudos que besé sin hartarme... 

Una de Antonio Flores para el futuro padre.

lunes, 25 de febrero de 2013

Un día "feliz" de mi vida


Me paso por la casa del tarracofermo Tomae y me encuentro con una proposición. La acepto, por supuesto, no sin antes pensar de dónde saco anestesia para realizar una incisión en las neuronas donde se guardan las filias del recuerdo. Y resulta que no ha habido ningún día feliz, feliz. Porque mis expectativas eran demasiado altas y no fue para tanto. Porque después de algo muy deseado, el dulce sabor de haber llegado a la meta no se retiene mucho tiempo en el paladar. Porque, en definitiva, la felicidad en términos absolutos no existe. 

Días felices hay muchos y la mayoría han transcurrido en compañía ( un saludo al jefe, que hoy es su cumpleaños). Tiene menos mérito; todo lo que va a medias se duplica. Así que me voy a remontar a los años de universidad en los que mi vida transcurría entre ficción y realidad, igual que este relato. 

Vivía por aquellos años entre banderas de todos los signos políticos, un 23-F- abortado, Caballeros andantes y Fuenteovejunas, conceptistas y románticos, lingüística e Historia del español... En los márgenes de los apuntes con churretes de café, algunos versos escondidos que delataban el forcejeo del alma. Parecido al carro alado,  tiraban el caballo negro y el blanco. Y como el de Quijano empecé a perder fuerzas, por no dormir... por comer cualquier cosa mientras exploraba rincones que despertaran la escritura en la Barcelona de las Ramblas. La gente que no mira y transita sola o en soledad es el perfecto camuflaje para no ver ni ser visto. ¿Qué hace una chica como tú en un sitio como este?... Poco a poco, por no pesar, el viento enojado  me arrastró a una ciudad fría y desconocida. La blancura exagerada de los uniformes de las enfermeras eran el contraste perfecto. Se me  antojaba que toda la humanidad gris y doliente había encontrado su lugar en las salas y habitaciones del aquel hospital. Como bultos los primeros días, fueron perfilándose los rostros de unos individuos que ambulaban por la planta sin rumbo fijo. Un mundo etiquetado dentro del mundo. Cuesta hacerse con ese perímetro suelto, cerrado a cal y canto. Y te haces cuando descubres hombres y mujeres en cada gesto, en cada lágrima. Te integras cuando, por fin, aceptas que tú eres uno más. Sin noticias del exterior, sin llamadas, visitas, cartas, la asfixia es una costumbre. La temperatura media solo se altera con un pico de alguno de los habitantes de esa peculiar "hermandad". El último en llegar observa con envidia el día que toca "paseo". Y una tarde cualquiera eres tú el elegido.

Me agarré a las escaleras. Había perdido el hábito de subir y bajar. Nos concentramos frente a la enorme puerta que nos separaba del exterior. El exterior... Como si formáramos parte de un rebaño, la ruta estaba previamente diseñada. Dudo que el termómetro señalase más grados que el cero. Empecé a correr hasta notar que latían las sienes. Correr sin tener que esquivar ningún obstáculo, sin nada en las manos, sin plomo en los pies. Nunca más ha vuelto a ser así; así de rotundo... como aquella vez. 




Le paso la "posta" a Pesoleta. Espero no meterla en un lío... Gracias, Princesa.

jueves, 21 de febrero de 2013

"Derrota y miel"


Doisneau
Le he dado muchas vueltas al tema Enseñanza, Educación, Escuela... en pensar de oficio. Coincide con unos años en los que he estado en primera línea de fuego como madre después de haber dejado la primera línea también como profesional. 

Desde esta ventana nueva observo las crecidas con un cierto distanciamiento que me he auto impuesto. El fragor del combate resta objetividad a los juicios y afecta a la salud mental. Corrijo: me resta, me afecta. La he estrenado justo cuando la "ciudadana mínima" de la familia, con permiso de Olaizola, termina su último curso académico en la escuela. Ella lo vive como el último asalto. Todas las navidades ultimando el Treball de recerca (trabajo de investigación); la nota tiene un peso considerable en la media de bachillerato. Todas las fiestas excepto los días señalados sentada frente al ordenador, redactando la memoria de un tema basado en un spot publicitario ideado y montado por ella misma. El guión, grabar las escenas, el montaje y el resultado final se lleva el grueso de las horas y la dedicación.  Será una buena publicista. 

-Es un buen trabajo.
-¿De diez?
-No sé cómo se computa la creatividad; lo que sí sé es que es un BUEN trabajo.

Esta es la historia de un nueve que "sabe a derrota y a miel". Cuando la nota máxima se devalúa y la excelencia está de rebajas ... cuando los líderes del grupo clase apuestan por la competitividad como única vara de medir... cuando la valía de un estudiante se dirime en la máxima calificación de la recerca... un nueve se percibe como una mancha en el expediente. Sabe a derrota, solo a derrota. 

Y en casa le contamos que el desencanto es aprendizaje. Con el tiempo comprendes que lo que creíamos atado y bien atado se suelta sin avisar y la esperanza se reserva el derecho de regalar cuando quiere y como quiere. Los últimos meses del curso no es un cierre sino una puerta que se abre a estancias más amplias y ventiladas. Quien se ha tenido que levantar después de una caída, lo hará después con más soltura o sabrá sortear los árboles que parecían arbustos a simple vista. El que ha sabido asumir un revés sin pataleo, se ha ejercitado en el señorío;  y atina... acierta el tiro en ese ejercicio intuitivo  tan complejo en el que  la conciencia susurra:"ahora; ahora sí debes levantar la voz".

Hay cosas que se saben cuando ves volver. Maldita la gracia si el exceso de proteccionismo no nos deja aprender.


Somos el resultado de todo lo que hemos vivido...


martes, 19 de febrero de 2013

Para decir adiós...





-¿Por qué nunca llamas, mamá...?
-Estoy aprendiendo a decir adiós.

Echo de menos a episodios. La añoranza es menos intensa, "Primavera anticipada" antes de que llegue la Primavera. Echo de menos a sabiendas que Echar de menos se engulle con más dificultad, se digiere peor...  Hasta pronto y un beso que alargo cuanto puedo. Un ensayo de partida anunciada y asumida. Los últimos son los primeros... también en la república. 

Juego con ventaja. Hace tiempo que trago agua y sal para no atragantarme cuando diga adiós.

domingo, 17 de febrero de 2013

La horma de mi zapato


A los 52 ya va siendo hora de adquirir un buen producto. Había pensado en Olay Total Effects por su relación precio-calidad. "Yo te veo bien" . Santa Lucía le conserve la vista al Jefe... En dos años se me han formado unos surcos en la cara que parecen carreteras secundarias. Me he dado cuenta de repente. Aquello de "la arruga es bella" iba por las prendas de hilo y lino. Sería tontería afirmar que una cara como una pasa es objetivamente hermosa. El tema de la piel no es el más complicado. Será por falta de ofertas anti-age...
El asunto está entre la ocupación y la preocupación. No soy inmune a determinadas obsesiones propias de una edad donde se inicia la decadencia física. Seguro que existe el punto medio; estoy en proceso de búsqueda.  
El problema, lo que mis ciudadanos consideran una pega, es el armario. Apenas hay diferencia con el de mis hijas. Nunca he sido la más presumida de mi barrio y , ante la duda, me he plantado unos tejanos, unas botas y una prenda bien combinada. Me cuesta dar el salto a un estilo de vestimenta más acorde con mis años; no me hallo... 

Todo esto a propósito de la "Cloenda"(la graduación) de mi hija pequeña, un acto de imposición de becas emotivo, también porque es la última colegiala de la familia. No precisa de tiros largos pero se entiende que  me obliga a asistir con un atuendo a la altura de la ocasión. El jefe, con un traje sobrio pero elegante, una corbata -cualquiera sirve; son preciosas todas- los zapatos "nuevos"... Ya está. "Cap problema". La "graduada", alta y delgada -tal vez demasiado-, que se planta lo que sea y parece una modelo de pasarela. No exagero. 

Quedo yo... Definitivamente tengo que encontrar la horma de mi zapato. Veremos...


jueves, 14 de febrero de 2013

Querido Santo Padre


He reposado un poco la decisión del Santo Padre. Incredulidad primero, después confusión... Tras las primeras palabras del Papa, una mezcla de tristeza -no es exactamente eso pero no sé expresarlo de otra manera- y añoranza anticipada. La noticia colapsó los medios y la mayoría no vertieron más que conjeturas; no me interesan. Ni siquiera encuentro justificación para ello cuando el propio Papa, con una claridad y concisión admirables, no da lugar a lecturas distintas que no sean las de sus propias palabras:

"...en el mundo de hoy, sujeto a rápidas transformaciones y sacudido por cuestiones de gran relieve para la vida de la fe, para gobernar la barca de San Pedro y anunciar el Evangelio, es necesario también el vigor tanto del cuerpo como del espíritu, vigor que, en los últimos meses, ha disminuido en mí de tal forma que he de reconocer mi incapacidad para ejercer bien el ministerio que me fue encomendado".

"Deus caritas est"... Dios es amor. La primera encíclica. Como si el Santo Padre tuviera prisa por dejar claro que lo primero es lo primero. Cada uno de los católicos que han intentado profundizar en su doctrina habrán tomado nota con subrayados personales... Lo primero: Dios nos amó primero. Puede ser que a muchos les haya sucedido lo que a mí y hayan descubierto que la limitación, los errores humanos no son motivo de vergüenza. Dios nos amó primero y cuenta con nuestras imperfecciones porque así nos ha creado y así nos quiere. Si quedaba algún resquicio para el "voluntarismo", se despejaba la incógnita.

La libertad, la conciencia... La expresión de San Agustín -"Ama y haz lo que quieras"- se entiende, se comprende en el contexto de los escritos del Pontífice. La conciencia desplegada como un libro abierto ante el Dios que nos ama, ante su Luz que ilumina cada recoveco del alma... para actuar sin más obstáculos que el propio Amor. 

Ayer, miércoles de ceniza, el rostro anciano del Papa me conmovió. Es ese estado en el que la ternura y el agradecimiento van más allá de la imagen televisiva y no sé qué hubiera dado por estar en Roma y videre Petrum:

"Queridos hermanos y hermanas, como saben, he decidido renunciar al ministerio que el Señor me confió el 19 de abril de 2005. Lo he hecho en plena libertad por el bien de la Iglesia, tras haber orado largamente y examinar mi conciencia ante Dios"."Y soy consciente de la importancia del hecho, pero también de no ser capaz de llevar a cabo el ministerio petrino con la fuerza física y el espíritu que lo requiere".

Este post se queda cojo y corto. No era mi intención escribir una crónica del Pontificado de Benedicto XVI, sino dar las gracias  a un Papa de un calado intelectual como pocos. Un Papa que ha transmitido con la sencillez de un hombre de Dios los pilares de la fe. La fe... lejos de renunciar al hombre, lo hace más humano.  Nos queda su vida, los motivos que han causado su renuncia - coherente, libre-  y sus escritos. Gracias, querido Santo Padre. 


miércoles, 13 de febrero de 2013

El último de Coca-Cola...

tan último que me ha costado encontrarlo en Youtube. Estos publicistas parece que me lean el pensamiento. Sé que a algunos les agobian las noticias de actualidad; a mí me estresa el bombardeo constante de recomendaciones para llevar una vida saludable. A veces me pregunto si hay que vivir para tener salud o gozar de buena salud para vivir.

Ahí tenéis la primicia:


domingo, 10 de febrero de 2013

Presuntamente


Tengo la sensación de que este país se va a caer del mapamundi. En cualquier momento, las leyes físicas se olvidarán de que son universales y nos descolgaremos del planeta tierra. Lo más triste es que del trompazo no se va a librar nadie.  La musiquilla de la cadena televisiva correspondiente que precede a las noticias de actualidad anuncia un despropósito detrás de otro. Ahora son los-papeles-de Bárcenas, todo junto; como sean fotocopias, después de armar semejante escándalo y todo el personal que PRESUNTAMENTE  se llevaría por delante, maldita la gracia. Si va a acabar como acaban la mayoría de los casos de corrupción- mucho ruido y pocas nueces... y aquí paz y después gloria-, no quedará nadie que confíe todavía en la honestidad del ciudadano español, ni en los "presuntamente", ni -lo mal que me sabe escribir esto- en la justicia. 

Mientras agoniza el baile de la peonza y canturreamos "izquierda, izquierda... derecha, derecha... alante, atrás... y un, dos tres...", ¿bebemos leche Asturiana para despistar el mal sabor de boca?


viernes, 8 de febrero de 2013

Por la boca ¿muere o vive? el pez




El epicentro de las batallas personales, esas en las que no hay derramamiento de sangre y la herida supura sin dejar rastro, tiene mucho que ver con  la personalidad y el temperamento. He tenido que cerciorarme de que estos son los términos correctos; a veces se asimilan al concepto carácter, del que uno es completamente responsable, y no se sabe exactamente a qué nos estamos refiriendo. Mis escaramuzas, guerrillas o como se las quiera llamar se sitúan entre la nariz y la barbilla. Porque por la boca muere el pez, aunque Fito diga lo contrario.

La eterna discusión. Si no hablas, no dices; si no dices, no te equivocas; si no te equivocas… ¡eres sabio! Pero alguien tendrá que romper el hielo. Arrimando el ascua del pensamiento de Epicteto a mi sardina,“De no hablar sino cuando fuere preciso, raramente despegaríamos los labios”, calculo en mi haber: cuando el silencio empieza a ser incómodo, hablo; si observo que el que comparte mesa conmigo mira al techo… hablo; cuando mi interlocutor balbucea y no termina de arrancar… empiezo a hablar yo. Si, además, acertara siempre con el tema, no me ofuscara nunca, el tono de voz fuera modulado desde principio a fin… me contratarían en los debates televisivos o en las tertulias radiofónicas. Argumentos a mi favor, tengo. ¿Quién no? Todos somos los mejores defensores de nosotros mismos. Pero en el debe sumo puntapiés por debajo de la mesa , dedos levantados de mis ciudadanos pidiendo meter baza, exceso de explicaciones cuando nadie me las pide y así me lo hacen saber… Muy torpe se ha de ser para no reconocer que todos los excesos son malos. Así que ando en fase de aprendizaje aunque todavía no he superado el primer ciclo de la primaria. Porque con el clásico “antes de hablar cuenta hasta mil” ya comprobé que en el fragor del combate tengo amnesia.

“¡Bienaventurados los que no hablan, porque ellos se entienden!”, dijo Larra. Todavía no sé en qué secreto código; si es con la mirada, con movimientos leves de cabeza, chasqueando los dedos… Algo de eso habrá. ¡Ese punto medio! 


miércoles, 6 de febrero de 2013

Los mayores y la poca vergüenza.



La adultez primeriza tiene eso, que  oyes hablar a los adultos con más quilómetros de rodaje y sonríes, en el mejor de los casos. No digo ya si uno se cree que su experiencia personal es la única que cuenta. 

Se quejan de sus dolencias y se les manda a paseo; dicen que están solos y les endosarías a toda tu prole para que dejen de lamentarse. Esquivas sus llamadas porque "seguro que me cuenta lo mismo que ayer".Tal vez algunos no se vean reflejados en estas actitudes que rozan el maltrato. En primer lugar porque hay gente buena, buenos hijos que no pierden el norte. También porque, a Dios gracias, ha quedado atrás la vorágine de los días apretados de trabajo, niños que lloran - se hacen pis - enferman de un día para otro - vomitan en el sofá; las jornadas interminables de deberes que no encajan en un horario decente; las escolarizaciones complicadas; los palos económicos y todos los etcéteras que me he dejado... Y la vida te da una tregua.  De momento no sabemos que es solamente una tregua, un estacionamiento temporal, hasta que entran en casa las adquisiciones de todo lo que los ciudadanos recogen por el camino de la libertad recién estrenada. Pero este es otro asunto que daría para más de un post.

Después de haber cruzado la barrera de los cincuenta... ¿no podría haberme dado cuenta antes?, me da por fijarme en cuántas personas de mi edad tienen todavía padre y madre como yo, con la salud suficiente para valerse por sí mismos, con la mente despejada para dar el consejo oportuno... Pocas, muy pocas. Ahora me cuesta menos esfuerzo entender el concepto de anciano. Ante un bebé es difícil no derretirse; y el único mérito que ha acumulado es el de haber nacido.  En nada nos plantamos en el hospital para hacerle monerías y arrumacos.  "¿Lo puedo coger en brazos?"... y la madre se acuerda por la noche de todos los visitadores que han desfilado por la habitación.

Con las personas mayores las efusiones son menos espontáneas. Las visitas suelen espaciarse. Siempre hay algo más urgente que reclama nuestra atención. Y a veces sucede... No estábamos preparados para una despedida definitiva. El tiempo se gastó en otras prioridades. 

La generación de mis padres es la que nació en la guerra, se crió en la postguerra, las carencias de alimentación les pasaron factura en la madurez mientras se dedicaban a sacar a los hijos adelante. Y los hijos pensaron que esa lucha sin cuartel les venía a sus progenitores de serie. Y hasta hoy. Se han ganado el  CUM LAUDE... pero se merecen disfrutarlo en vida. 

sábado, 2 de febrero de 2013

Frente a la iglesia, donde el pozo.



Desde la noche de san Juan hasta el inicio de la vendimia el sol se quedaba más ratos al principio; a mediados de agosto se retiraba antes; en septiembre, cuando preparábamos la marcha, las cenas en el jardín eran de luna. De días que multiplicaban sus horas a la sensación de tener poco tiempo cuando más se había afianzado el verano.  

El recuerdo más vivo se lo debo a julio, a las veladas en la plaza bajo la vigilancia de los vecinos que tomaban el fresco. Parecían espías camuflados detrás de los balcones cubiertos por persianas verdes. Los atardeceres con luz permitían coger las bicis después de cenar y dar una vuelta por el pueblo. Solíamos escalar las tapias en las que asomaban las higueras. Pensaba entonces que no pasaba nada; mi padre contaba muchas veces que en la guerra robaba melones. Pero por esas épocas todavía no me habían explicado aquello del hurto famélico.

Parada casi siempre frente a la iglesia, donde el pozo. "La canalleta!" (los chiquillos)… decían los mayores, sentados en sus sillas de enea apurando la brisa hasta la hora de dormir. "Canalla"… unos más que otros. Niños y aprendices de chicos con pelusa en el bigote… niñas muy niñas y algunas muy mujeres. Y fue donde el pozo. Yo una niña-niña. Empezaba a oscurecer y algunas bicis se deslizaban por la pendiente que muere en la placita; cada mochuelo a su olivo. Unos minutos de retraso entre que voy y no voy… Y vi.

Ella dejó de ser ella, su nombre lo pronunciaría desde entonces con una extrañeza desconocida que yo tampoco alcanzaba a comprender. Cuando hablaba, sus labios se movían al antojo de otros labios. Nuestras “tonterías” dejaron de interesarle. Tan pronto… Quizá el espejismo de un amor temprano le robó la infancia. O le contaron que amar era barato, que no precisaba tiempo para ahorrar emociones, proyectos…  

Fue un verano en el pueblo, donde el pozo. Bajé la pendiente sin notar el suelo rudo y empedrado, con un alboroto de sentimientos todavía sin filtrar. Después le puse nombre a los acelerones del pulso. Y se instaló por primera vez y definitivamente en el alma la inquietud del amor…