martes, 22 de enero de 2013

Crecidas y afluentes

Antes de iniciar las tareas me siento un rato frente al ordenador. En principio, el día no depara nada nuevo. El trabajo del hogar tiene eso. El dolor de cabeza matinal que se espanta con un café cargado y la actividad. El silencio aparente de la casa con ecos de quejas, alguna buena noticia, sumas y restas de resultados académicos... en los rincones más concurridos. Ayer era ayer. Seguramente hoy la cantinela será distinta. De momento y hasta la hora de comer hay tregua.

Es difícil hacerse mayor siempre, desde cualquier punto del cauce. Con las crecidas los estiramientos tensan los músculos; los calambres duelen. De vuelta  las aguas tiemblan, se arremolinan hasta que encuentran un atajo para discurrir con otro ritmo en un afluente. De una forma u otra, aunque no se presienta, el mar ... la desembocadura... no se mueve del mapa. 

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