martes, 29 de octubre de 2013

El tiempo... Uno de tantos tópicos.


El tiempo no cura. Perdón por la rotundidad, pero las experiencias vividas no han hecho más que reafirmármelo. El tiempo no es un bálsamo que actúa movido por la inercia. Es la medida de nuestros actos, activos o pasivos. Ese ser, que mantiene su esencia en el cambio, evoluciona en el tiempo. Y el tiempo de cada uno se llena de verbos copulativos, transitivos, intransitivos... Y un verbo solo... no es.

Las acciones y estados. Las heridas. El presente se encarga de agudizar el dolor. A veces es insoportable... y también necesario para advertir que hay algo que no funciona bien; como la fiebre alta, como el sudor frío... o la palidez extrema. Los días atenúan su intensidad. Puede ser incluso que el alma se acostumbre a un peso que impide caminar ligero. Porque hay lastre. Si se prescinde del set de primeros auxilios, la cicatriz cierra en falso. Lo que podía haber sido un tajo más o menos profundo que el futuro embellece... o no... pero solo queda el rastro y un leve recuerdo, se infecta y es inevitable la amputación. 

A veces hay adolescencias muy parecidas al de los soldados en un campo de batalla. La diferencia es que la vida no es una película en la que el protagonista, milagrosamente, apaña con un trapo sucio un torniquete y sigue corriendo como si el herido fuera otro combatiente. En la vida los personajes son redondos, conjugan muchos verbos a la vez; tienen sustancia. 

Curar el alma del que no se entiende a sí mismo porque todavía está resolviendo las cuestiones que lo definen como persona individual, única. No hay otra que apelar al diálogo. Bffff... ¡Diálogo! Un vocablo que he oído con ocasión o sin ella hasta el hartazgo y muy pocas  he sido testigo de su puesta en escena. Un buen día el niño grande se vuelve reservón, se encierra con llaves invisibles, duerme menos o duerme más, sus respuestas van acompañadas de cierta carga de amargura, sus reacciones son desproporcionadas... Tal vez sea un disgusto sin importancia o algo más. Ahí. Cuando es algo más, en ese diálogo que pretendemos, se evidencia la relación de los padres con los hijos, el trato amoroso, el cariño, el roce constante sin atosigar... desde siempre. Se evidencia porque o acuden al que los ha escuchado sin reservas o se dan la vuelta; conocen esas palabras rotundas e implacables que le han ido cerrando las puertas del desahogo. Afortunados los hijos que pueden hablar sin ser prejuzgados. 

Ante la herida hay que enfrentarse, dicen. También hay que asumirla, dicen. Lo que no dicen es cómo. Recuerdo el "infierno" en la república por un ciudadano que vivió en primera persona humillaciones constantes alentadas por un adulto. La infección maleó un corazón bueno. Los años hicieron que un recuerdo fuera mutando hasta convertirse en pesadilla. Y llegó la mayoría de edad.

"Iré y le diré..." . 
"¿Qué le dirías?"
...
"Ve; te acompaño"

Se vistió "de gala"; chupa de cuero negra, piercings, pantalones muy por debajo de la cintura, sienes rapadas y gafas oscuras... Nuestro querido amigo J. fue testigo del encuentro mientras yo me quedé rezando. Una apuesta arriesgada pero la única vía para dar salida a la sinceridad y al perdón. 

Hablar, sincerarse ... y un ambiente propicio para que hablen y sean sinceros. Perdonar, perdonarse... y un clima cálido, amoroso donde el juicio se aparca para dejar paso al consejo.

Me hubiera gustado que en los tiempos complicados de mi juventud alguien me hubiera dicho: "Di lo que piensas... ahora... Revienta este grano de pus antes de que se forme un forúnculo y se deba intervenir. Perdónate... Dios ya lo ha hecho." 

Como reza un libro de Neruda, Para nacer he nacido.



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16 comentarios:

Susana dijo...

Es todo tan complicado. Resulta difícil dialogar con quien no quiere escucharte. No se puede dar nada a quien no quiere aceptarlo. Qué difícil es criar hijos. Un beso.

oles dijo...

Maravilloso Neruda... El penúltimo párrafo de tu entrada da la clave para que todo salga bien, aunque no es una fórmula mágica, como casi todo en la educación de los hijos... Ay, los hijos!
Un beso del sur, Sunsi

Ana, princesa del guisante dijo...

No creo que dependa ni del tiempo ni de lo vivido. Distintas personas ante la misma experiencia responden de formas diferentes. ¿Las cicatrices? No todo cierra igual! Cierto es, sin embargo, que las infecciones siempre dificultan. Lo que suele ser mano de santo es el apoyo de la familia. Ese, nunca falla.

ana dijo...

Yo no creo mucho en la comunicación cuando de dolor se trata. Siento ser tan... ¿"cerradita"?.

Me gustaría verlo como tú. Pero no... no lo veo así.

La hondura del dolor es inabordable. Ni tiempo, ni a veces diálogo. Sólo el amor, el cariño, la mirada serena, son capaces de rescatarlo. Perdón hacia uno mismo y hacia los demás, aunque no se explicite. Y olvido. Punto cero.

El amor a veces es puro silencio.

Let it be. Me digo muchas veces. Perdona y avanza...

Un abrazo muy fuerte, Sunsi.

nube nimbus dijo...

Ufff, qué complejo...
El dialogo es lo más importante y las ganas de empezar de cero, de olvidar, de perdonar, si no las heridas no cicatrizan, cada persona es un mundo y lo que vale en unas, no vale a otras pero el perdón de verdad se llega con amor.

Besos,

http://quedateenminube.blogspot.com.es/

Zambullida dijo...

A mí también en mis años mozos, me habría gustado escuchar ese: "Perdónate... Dios ya lo ha hecho."

Las heridas se curan, aunque a veces si son muy profundas quedan unos restitos que a veces nos hacen gemir de dolor. Sólo a veces.

Un abrazo, Sunsi.

sunsi dijo...

Sí es complicado Susana. Como se suele decir, la realidad supera a la ficción. Yo creo que llega un día en que abren los oídos... de repente. Cuestión de esperanza. No la pierdas.
Un beso, Susana.

sunsi dijo...

Oles guapa. Una buena amiga me regaló ese libro. Tenía 22 años.¡Calcula lo que ha llovido!

A veces, parece que lo que aplicamos con los demás se nos olvida cuando llegamos a casa. Les decimos "no juzgues" y a ellos les robamos incluso el beneficio de la duda. ¿Pensando quizá que nos pertenecen... que podemos moldearlos a nuestro antojo?

Gracias por pasarte. Un beso desde Tarraco:-)

sunsi dijo...

De lo vivido creo que sí depende, Princesa. Pasar página después de un bullying, por poner un ejemplo, no es posible sin un lavado de estómago. Por supuesto que con el apoyo familiar todo es mucho más sencillo.

Lo que he escrito en el post , más o menos disfrazado, es una parte pequeña de lo que he vivido en primera persona o en tercera. Lógicamente no estoy en la piel de otras variables porque las desconozco.

Gracias por aportar siempre, pesoleta. Un beso otoñal desde Tarraco.

Luisa dijo...

Como siempre eres profunda,delicada, sensible y razonable, entre otras...el tiempo es un aliado para ciertas cosas y enemigo en otras. Para sanar una herida...ciertamente habría que permitirse ciertos desahogos, tener la oportunidad de expresarse hasta vomitar todo el dolor, pero normalmente no ocurre así, normalmente uno se traga la herida, la afrenta, y tiene que aprender a masticarla en soledad. El tiempo lo que hace es mitigar las pasiones, mitigar el dolor, y alejados en la distancia, el dolor parece menos, o más suave, o más llevadero, incluso conseguimos encerrarlo en un departamento estanco de tal modo que no interfiera en nuestro quehacer diario.

Ojalá hubiera habido en mi vida tantas cosas...ojalá se las hubiera sabido facilitar a mis hijos...

Besos Sunsi, querida.

sunsi dijo...

Perdona este retraso, querida leonesa. Cuando caen las hojas, se me caen las palabras antes de escribirlas... Me cuesta un mundo.

Cerradita dices... No creo, Ana. Somos distintas... y añadiría que afortunadamente.

Puede ser que el dolor se reabsorba al calor del amor y el perdón. Yo necesito también desahogarme con Dios, a través del sacramento de la reconciliación, y con las personas... No puedo con el fardo. ¿Ves? Tú decías "cerradita" y yo puedo decir "flojita"... Formas distintas pero no incompatibles para perdonar y avanzar...

Un beso, querida leonesa. Muchísimas gracias...

sunsi dijo...

Me ha venido bien escribir este post nubeazul... Es lo que tú dices: "cada persona es un mundo y lo que vale en unas, no vale a otras". Empezar de cero es casi imposible...Para bien o para no tan bien no podemos arrancarnos la experiencia de lo vivido. Sí creo que se puede empezar a caminar con ojos limpios, nuevos.

Un beso y gracias, Nubeazul.

sunsi dijo...

Zambu... Esos años mozos. Y el caso es que pensar en lo que pudo haber sido y no fue es una solemne estupidez. Así es la condición humana,¿verdad?

Un beso, querida escritora.

Empieza a hacer frío en Valladolid y no tengo estufa de leña. Lo siento en el alma...

sunsi dijo...

Luisa, hija mía... este comentario tuyo "profundo,delicado, sensible y razonable, entre otros"... es como si te hubiera contado de palabra el post y me estuvieras contestando. Las dos sentadas en la terraza de un bareto tomando una caña fría. Me gustaría que una situación similar fuera posible algún día...

Gracias, querida fuguilla. Un abrazo fuerte, Luisa.

Anónimo dijo...

Hola Sunsi!

Quanta raó tens, com sempre.
De vegades et penses que ja està curat, i resulta que estava amagat en un raconet! i llavors torna...i torna...

Petons cusina de l'ànima.

sunsi dijo...

No, Eulàlia... Ja saps que sempre no la tinc. Però jo només puc parlar des de la meva experiència. I tambè torna i torna. Encara que menys explícit, potser... Un petó, cosina estimada.

No se si aquesta resposta al teu comentari el llegiràs algún dia. Quina vergonya em fa haver tardat tants mesos. Un altre petó.