martes, 8 de octubre de 2013

"Tempus... fugit".


Fotografía: Robert Doisneau
Hacen falta dos portátiles más en la República. El mío acaba siendo de uso común. No es que "mis cosas", las entradas del blog, carezcan de importancia para los ciudadanos; más bien manda la urgencia en realizar trabajos de clase que ahora ya no se entregan en mano. El ordenador personal es necesario, pero en este momento no viene bien el desembolso. 

Con la llegada del otoño se recortan mis horas de sueño, así que aprovecharé para sentarme frente a la pantalla mientras ellos siguen soñando que querrían seguir durmiendo unas horas más. 

Desde que construyeron la autovía, solo se oye el teclado. Algún automóvil que va o vuelve de la ciudad... poca cosa más. No veo el mar pero puedo escuchar el oleaje mientras intento recordar todo lo que quería escribir cuando no dispongo del portátil. 

No es agradable comprobar que la cañería por donde deberían fluir las ideas hasta encontrar "el nombre exacto de las cosas" está atascada...  Será quizá porque lo que no encuentra la vía en el momento que es engendrada no anida... como el embrión al que se le niega la primera cuna en el vientre de su madre. Si a mí me duelen las ideas mudas, cómo será el sufrimiento del instante en el que la mujer tiene conciencia de haber negado la vida. Dios, que no me olvide nunca de los no nacidos...

El tiempo puede ser como Atila. Dicen de él que por donde pisaba no crecía la hierba. O como el arroz, que se pasa aunque la publicidad invente nombres y cualidades sofisticadas. El tiempo también hace "bola" en el corazón del adolescente si no descarga el alma a tiempo (y valga la redundancia). No hay cañería suficientemente ancha. Y entonces hace falta un líquido abrasivo que dinamite lo que se ha endurecido. Si hubiéramos estado vigilantes, a tiro, sin el entrecejo siempre fruncido... tal vez hubiera sido más sencillo. 

Disculpad las divagaciones. Igual no venían a cuento. Ha amanecido y se me ha quedado en la punta de la lengua un interrogante. ¿El tiempo lo cura todo?  En el siguiente post intentaré abordarlo con experiencias contrastadas. Espero no dar tumbos como en esta entrada.



21 comentarios:

paterfamilias dijo...

Pues nada, esperaremos a esa entrada con experiencias contrastadas. En vilo me tienes

sunsi dijo...

La pista está en la "bola" del adolescente. El tiempo acaba siendo el enemigo, Pater...

Ana, princesa del guisante dijo...

No, el tiempo curar, no cura, pero ayuda a cicatrizar, Sunsi. No podemos acolcharles, por más que les queramos evitar el dolor. Un beso para los dos.

oles dijo...

No creas, el tiempo es como el aloe vera, calma el dolor y cicatriza, pero por esa puerta nunca volverá a pasar... ellos cicatrizan sus heridas, pues son suyas. Nosotros cicatrizamos las nuestras y limpiamos las suyas.
A mi me ha gustado tu entrada de portátiles prestados y de rumores de olas... Me gusta lo que escribes con tus idas y venidas.
Un beso grande

La punta de la lengua. dijo...


Gracias por acordarte de mí. Dices que “divagas” pero no creo que dejes de pensar en algo, o en alguien; y acudes a mí porque no tienes la palabra adecuada, la exacta que diga lo que estás pensando. ¿Realmente piensas en ello? ¿Y no tienes palabras? ...

Yo creo que aunque sea yo quien tenga las palabras que no te salen, tú no dejas de pensar en ellas. Te lo digo yo, que tengo muchas … bla,bla,bla ;)

¡viva el pensamiento sin palabras!

Unknown dijo...

Con divagaciones incluidas un gustazo leerte...besito

sunsi dijo...

Te adelantas al siguiente post y me das pistas, pesoleta. Yo en en este quería hacer referencia a algo que precisamente tú apuntabas... Las palabras se pierden cuando no las atrapas en el momento en el que ellas quieren salir. Gracias, Princesa.

sunsi dijo...

Desde luego, oles, las heridas no se venden ni se prestan. Y menos mal que es así. No podríamos aprender del error ni del dolor. El aloe vera del alma ¿podría ser el perdón? A uno mismo primero, que somos muy duros a veces con nuestras caídas. Y con los demás...

Gracias, querida oles. Más besos para ti.

sunsi dijo...

Esa punta de la lengua... O la lengua esa con punta afilada jajaja... me he acordado de ti. ¿Cómo no? Tenemos un debate pendiente cara a cara. Quizá mañana en un chiringuito de la playa. Cuando no me salen las palabras, si me lo permites, se trata de un campo semántico que no consigo acotar o parcelar con el vocablo exacto. Suelen ser nombres abstractos... bla, bla, bla ;-)

¿¿¿Viva el surrealismo??? Las puntas de la lengua siempre han sido muy... ahora no me sale. ¿Quizá burlonas? :)))))))

sunsi dijo...

Eres muy buena, Bego... Y no sabes la ilusión que me ha hecho verte otra vez en el blog, cual Susanita asombrada y pensativa. Un beso a la más elegante y distinguida.

Susana dijo...

Al final todos picamos y acabamos comprando otro portátil, o varios. Un beso.

Zambullida dijo...

¡Claro que venían a cuento! Las palabras llegan en el momento en el que menos se las espera, Sunseta.

Qué maravilla el oleaje aunque sea con teclado compartido. Entiendo tu necesidad de portátil o portátiles. Hasta yo misma siendo una preciso de otro más diminuto para otros menesteres; dignos menesteres, por cierto. En fin...

Un abrazote.

sunsi dijo...

No queda otro remedio, Susana. La pequeña ya está en la universidad y para todo necesitan el ordenador. Gracias por tu visita:)

Sigo acordándome de tu padre y la familia. Un beso.

sunsi dijo...

Te aseguro, querida Zambullida, que cuando querría escribir el ordenador está ocupado y viceversa... Ya llegará.

Si se oyen las olas... significa que es demasiado temprano. A ver qué tal se porta el sueño esta noche. Un beso, escritora.

ana dijo...

Sunseta, no, el tiempo por sí mismo no cura nada.

Si el tiempo cura algo, es porque tenemos mala memoria y se nos olvida, pero como no está curado, de vez en cuando vuelve... esa punzada.

Lo único que cura es la esperanza; ella es quien decide no volver a fallar en lo que se falló. Desde la esperanza acometemos nuestro presente para llegar a un furuto sin los mismos fallos. Aprendemos a ser mejor personas desde la esperanza.

Lo que cura es el perdón; perdonar y saber perdonarse a uno mismo. El perdón nos coloca en el punto cero. Para quien ha ofendido es una nueva oportunidad. Para quien ha perdonado, es volver a tomar las riendas del corazón.

Somos nosotros los que nos curamos. Con el simple pasar del tiempo, no vale.

Tú sí que sabes, nena!!!!!

Modestino dijo...

Animo amiga, y mientras grande Antonio Flores¡¡¡¡

sunsi dijo...

Leonesaaaaaaaaaaaaaaaa... ¿Tú quieres chafarme el post? jajaja. Gracias, gracias. No por habérmelo chafado -me lo apunto en la libreta negra;-) - sino por lo claro que has dejado el tema. Sí, Ana. Va de perdón y esperanza. Y, justo en diana, primero perdonarse a uno mismo. Parece fácil y no lo es en absoluto. Tanto orgullo acumulado...

Te devuelvo el piropo con el "Tú sí que vales, nena", que ahora Carmen Maura vuelve a estar de moda y no sé quién se lo merece más. ¡Guapa!

sunsi dijo...

Grande, Modestino. Y grande su emblemática canción "No dudaría". Toda una declaración de intenciones.

Gracias, jurisconsulto.

Luisa dijo...

Sunseta, que yo hice un comentario a esta entrada y ahora se ha perdido errrggggggggggggg-influencias sarracenas-
Bueno, pues ahora no sé qué decir ummmmmmmgrajjjjj
Besos

lolo dijo...

Este verano leí "Más fuerte que el odio", de Tim Guènard. Al menos durante una parte del libro consigue explicar bien el efecto curativo del perdón. Sí tienes ganas de pasar malos ratos junto con grandes dosis de esperanza y mucha ternura, te lo recomiendo aunque no mantiene el ritmo hasta el final.
Esa "bola" de la que hablas, Sunsi... las hay de muchos tipos y sí, más fácil sería si los adoles encontraran cauces en nosotros. Por eso es necesario perdonarse... y confiar.
Qué bien que estés!

Driver dijo...

No se te ocurren las palabras, y mientras tanto la mar te brama.
A tus espaldas, las mantas de lanas.
A tus mercedes, que a ti te mecen.
A tus guirnaldas, las dos son altas.
Y los muchachos que estan luchando.
...
A ti te braman.
Las palabras , son de mi hermana.

Y braman.