sábado, 2 de febrero de 2013

Frente a la iglesia, donde el pozo.



Desde la noche de san Juan hasta el inicio de la vendimia el sol se quedaba más ratos al principio; a mediados de agosto se retiraba antes; en septiembre, cuando preparábamos la marcha, las cenas en el jardín eran de luna. De días que multiplicaban sus horas a la sensación de tener poco tiempo cuando más se había afianzado el verano.  

El recuerdo más vivo se lo debo a julio, a las veladas en la plaza bajo la vigilancia de los vecinos que tomaban el fresco. Parecían espías camuflados detrás de los balcones cubiertos por persianas verdes. Los atardeceres con luz permitían coger las bicis después de cenar y dar una vuelta por el pueblo. Solíamos escalar las tapias en las que asomaban las higueras. Pensaba entonces que no pasaba nada; mi padre contaba muchas veces que en la guerra robaba melones. Pero por esas épocas todavía no me habían explicado aquello del hurto famélico.

Parada casi siempre frente a la iglesia, donde el pozo. "La canalleta!" (los chiquillos)… decían los mayores, sentados en sus sillas de enea apurando la brisa hasta la hora de dormir. "Canalla"… unos más que otros. Niños y aprendices de chicos con pelusa en el bigote… niñas muy niñas y algunas muy mujeres. Y fue donde el pozo. Yo una niña-niña. Empezaba a oscurecer y algunas bicis se deslizaban por la pendiente que muere en la placita; cada mochuelo a su olivo. Unos minutos de retraso entre que voy y no voy… Y vi.

Ella dejó de ser ella, su nombre lo pronunciaría desde entonces con una extrañeza desconocida que yo tampoco alcanzaba a comprender. Cuando hablaba, sus labios se movían al antojo de otros labios. Nuestras “tonterías” dejaron de interesarle. Tan pronto… Quizá el espejismo de un amor temprano le robó la infancia. O le contaron que amar era barato, que no precisaba tiempo para ahorrar emociones, proyectos…  

Fue un verano en el pueblo, donde el pozo. Bajé la pendiente sin notar el suelo rudo y empedrado, con un alboroto de sentimientos todavía sin filtrar. Después le puse nombre a los acelerones del pulso. Y se instaló por primera vez y definitivamente en el alma la inquietud del amor… 


8 comentarios:

tomae dijo...

Hola, te quería enseñar



E S T E _ V I D E O


Sara M. dijo...

Jajaja, currado el vídeo, ¿eh Tomae?
¡Sunsi, menuda alegría encontrarte por aquí otra vez! Y además he visto que no hace mucho que has vuelto, así que puedo ponerme al día. Espero seguir leyéndote muuuuuuuucho tiempo. Besos.

sunsi dijo...

En-ca-ta-do-ra felicitación. Fraternal y alegórica, hedbano. Con La garrrta siempre en nuestras vidas. No tienes remedio, Tomae;-)))

sunsi dijo...

A este tarracofermo no se le escapa ni un detalle...Es la alegría de la fiesta.

Estoy otra vez, Sara. Piano, piano. Sin grandes pretensiones mas que ir escribiendo un poco de todo. Gracias por venir. Un beso, Sara M.

Anónimo dijo...

Es curioso, las cosas que nos quedan grabadas en la memoria.

La pérdida de la inocencia, el descubrimiento de un mundo nuevo, distinto; o, tal vez; la nostalgia y la añoranza de un pasado que ahora nos parece más fácil.

Claro que no siempre todo tiempo pasad fue mejor y conviene al alma dormida recordar, con el seso avivado y despierto.

paterfamilias dijo...

Gracias por decirme dónde estabas.

Bueno, pues nada. A partir de ahora -si me dejas- te seguiré desde aquí.

Es curioso, pero a mí, que no me gusta la poesía (o eso creo yo) esta canción me encanta desde bien pequeño.

sunsi dijo...

Hola, anónimo. Es curioso, sí. A veces los buenos o malos recuerdos son más desvaídos que los hechos que me desconcertaron o que instintivamente me producían rechazo.

Dices que la infancia parece más fácil. Bueno...según en qué episodios. Me viene a la memoria lo que me inquietaba y todavía no le ponía nombre ni sabía razonarlo. Ahora mismo me dicen que tengo la posibilidad de retrasar el crono y ni loca, vamos. Un saludo.

sunsi dijo...

Faltaría, Pater. Gracias por entrar y querer seguir esta ventana nueva. No sé si podrá ser tan prolífica como cuando empecé pensar de oficio, pero por lo menos no me desconecto de la escritura ni de todos vosotros.

"Se equivocó la paloma..." De un poeta andaluz, de tu tierra. Suerte tenemos de no ser palomas y poder retomar el vuelo:) Un saludo, Pater. Gracias...